El verdadero riesgo
El gas natural licuado enfriado a -170º C reduce el volumen del gas en 600 veces. Dicho de otra forma: un metro cúbico de gas natural licuado se transforma en 600 metros cúbicos de gas natural o metano, cuanto la temperatura sube. El metano en estado gaseoso es un explosivo de gran poder destructivo. Las explosiones que han visto en Fukushima eran de hidrógeno, cuya energía por unidad de volumen es cuatro veces menor. Si ahora imaginan ese poder multiplicado 600 veces tienen ustedes al mayor explosivo no nuclear jamás conocido.
Un ejemplo de su tremendo poder destructivo lo tuvimos en la tragedia de los Alfaques, un camping al sur de Tarragona con una superficie de 10.000 metros cuadrados, que fue arrasado en cuestión de segundos al reventar una cisterna de 25 toneladas de propileno, un producto tres veces menos explosivo que el metano, 215 personas de un total de poco más de 300 murieron en el acto y las demás resultaron con graves quemaduras. Ahora imaginen un metanero no con 25 sino con 70.000 toneladas de un líquido el triple de peligroso, cuyo poder destructivo equivale al de 30 bombas nucleares como la de Hiroshima y que, en caso de accidente o atentado terrorista, sería el Apocalipsis, el de verdad. El radio de daños serios podría alcanzar tres kilómetros, pero entre uno y medio y dos la destrucción sería cercana al 100%.
Ahora imaginen un metanero no con 25 sino con 70.000 toneladas de un líquido el triple de peligroso, cuyo poder destructivo equivale al de 30 bombas nucleares como la de Hiroshima y que, en caso de accidente o atentado terrorista, sería el Apocalipsis, el de verdad
A principio de los 70, siendo el que esto escribe director general de Enagas, a las órdenes de Rafael del Pino, uno de los mejores empresarios españoles del siglo XX, se nos planteó el problema de construir un terminal para la recepción para un gran contrato de gas líquido que habíamos firmado con Argelia. En Barcelona había ya un pequeño terminal construido por otro de los grandes, Pedro Durán Farrell, pionero de la industria del gas natural en España, pero Rafael, que antes que empresario era ingeniero, y antes que ingeniero era marino, después de muchas reuniones y visitas a expertos en el tema, decidió que la nueva terminal de gas en Barcelona se construyese en una isla artificial al sur del aeropuerto del Prat, cerca de una gran cantera en una zona de acantilados.
Para Rafael, los metaneros entrando en Barcelona era un riesgo inaceptable. Con el cambio político que siguió al asesinato de Carrero Blanco, Rafael abandonaría Enagas, el proyecto de isla artificial quedaría olvidado y la terminal de Barcelona sería ampliada hasta límites increíbles. Un accidente o un atentado terrorista contra un gran metanero entrando en le puerto de Barcelona –los metaneros figuran como objetivo número dos de Al Qaeda después de las unidades separadoras de gas de los campos de petróleo saudíes– podría destruir un tercio de la ciudad en cuestión de segundos. En el caso de Mugardos, en Ferrol, ocurriría algo muy similar. Por otro lado, en España existen hoy más terminales de recepción de gas líquido que en toda Europa junta, y los grandes metaneros pasan y atracan junto a zonas habitadas prácticamente todos los días, algo prohibido en casi todo el mundo.
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