domingo, 29 de enero de 2012

El fin de las subvenciones a las renovables

El año 2011 España incrementó en un 25% sus emisiones de efecto invernadero. ¿La razón? El carbón es barato y las empresas eléctricas sacaron todo el partido posible de sus centrales de carbón dejando de lado el ciclo combinado del gas natural.

España, lo mismo que ha hecho auditorios de mármol de Carrara (o equivalente) en cada rincón de su territorio, lo mismo que ha instalado palacios de congresos de lujo hasta en el último pueblo, y que tiene unas 70 Universidades y aeropuertos para dar y regalar (muchos vacíos), de esta misma forma ha instalado una potencia eléctrica que es mas del doble de la que necesita.

El Consejo de Ministros de hoy viernes 27 de Enero ha decidido eliminar las primas a las energías renovables. Uno de los argumentos es probablemente el error de alguien que no sabe la diferencia entre potencia y energía. La energía (de cualquier tipo) es la potencia multiplicada por el tiempo durante el cual actúa esa potencia. Así, por ejemplo, en verano, en los desiertos de Murcia y Almería, el sol a mediodía suministra una potencia de unos 1.20 kilowatios por metro cuadrado. Si esa potencia se recoge y se utiliza, la energía capturada en ese metro cuadrado durante las 8 horas de sol útil es de 9.6 kwh, que al precio que el gobierno autoriza para la energía eléctrica, 0.14 euros/kwh, supone 1.34 euros por metro cuadrado.

Pues bien, gracias a las subvenciones de hace 30 y más años, que permitieron construir centrales nucleares a precio de saldo, a las subvenciones al carbón, que aun hoy siguen sin tocarse, y a las generosísimas ayudas de los últimos 15 años para construir centrales de gas de ciclo combinado; añadiendo la construcción de molinos de viento, y la ridícula potencia de las centrales fotovoltaica y solar térmica instaladas en España con ayudas estatales que ni de lejos se acercan a las recibidas por el resto de energías, hoy en España no ''producimos'' el doble de la energía eléctrica que consumimos (eso es imposible, porque no ''tiramos'' energía eléctrica al mar, o a pozos, por ejemplo) sino que tenemos instalada una potencia que es mas del doble de la potencia que demandamos en los días más fríos del invierno o más cálidos del verano.

Una muestra más del despilfarro de 50 años de nula planificación y cultura del pelotazo, de yo me llevo más que mi vecino, de la utilización del argumento de ''el pueblo'' para hacer dinero cada uno.

Hoy se han quitado las subvenciones a la industria de energías renovables, es decir se ha suprimido el chocolate del loro, mientras se mantienen subvenciones encubiertas (puesto que existen pero no se llaman ''subvenciones'') al resto de las energías. Nuestras industrias de renovables, punteras en el mundo, ya lo sabían y desde hace un par de años han estado llevando sus negocios a otros países distintos de éste que tan mal las trata, como digo, por el chocolate del loro del negocio energético.

Hoy pone el premio Nobel Paul Krugman un ejemplo magnífico: Mientras que Apple es la empresa de más alta cotización bursátil en los EEUU, esta empresa solo emplea allí a 43.000 trabajadores, mientras que emplea a 700.000 fuera de los EEUU. Hará dinero, pero el empleo se va lejos.

De la misma manera, las centrales de carbón, de gas natural y nucleares mantienen un número ridículo de puestos de trabajo, y no generan empleo nuevo para los jóvenes. Están ya más que amortizadas.

Construir centrales nucleares es, hoy, en España, una estupidez, al menos desde el punto de vista de la potencia eléctrica. Como acabo de decir, nos sobra más de la mitad de la potencia eléctrica instalada. Tenemos en este momento disponibles 100 Gw y utilizamos, los días de invierno más fríos, 44 Gw. Nos sobran, en casos extremos, 56 Gw, y en los casos medios, 66 Gw de esa potencia instalada. Es como con los pisos en España: Tenemos tres millones de pisos sin vender. ¿Cómo vamos a construir nuevos pisos?

En España se pueden construir 4 Gw adicionales nucleares, que no necesitamos. No se pueden construir centrales en Andalucía ni en Murcia, pues en ellas pueden darse terremotos. No se pueden construir en Galicia ni en la cornisa cantábrica, pues no puede disponerse allí de vías rápidas de evacuación masiva. Y en las dos Castillas y Extremadura no hay agua suficiente para refrigerar centrales. En la cuenca del Ebro ya hay instaladas casi todas las que se pueden instalar.

Y sin embargo el gas natural va a ir disminuyendo en cantidad en las próximas décadas, cuando necesitemos la energía renovable que no habremos construido.

Y el carbón es, por kilowatio-hora producido, el doble de contaminante en CO2 y en gases sulfurados, que el gas. ¡ A emitir CO2 sin restricción alguna ! Hay quien piensa que no hay cambio climático. Mr. Newt Gingrich, por poner un ejemplo a mano.

El argumento de que hay que ahorrar no se tiene en pié, mientras sigue el despilfarro en infinidad de otras cosas, y mientras no se crea empleo.

Por ejemplo, substituir el gas natural por renovables implica un ahorro substancial, dado el aumento de precio de este combustible, por ejemplo, y el que seguirá en los próximos años. Por ahorrar hoy ese chocolate del loro que son las subvenciones a las renovables, pagaremos cada vez más cara nuestra electricidad, a países que no nos compran nada, y de forma que no generamos empleo.

Si quitamos subvenciones debemos quitarlas a todos, por ejemplo, al carbón, a la agricultura, a los ayuntamientos que gastan los dineros en Cabalgatas de Reyes que no devuelven nada de lo en ellas disipado, etc. etc. Fórmulas 1. Televisiones. Copas Américas. Embajadas autonómicas. Nada de esto último devuelve un céntimo de euro de lo en ellas invertido. Quizás la subvención a la agricultura devuelve algo, pero ¿el resto? ¿Qué devuelven? Mueven dinero de unas partes a otras de España, pero no generan dinero, lo disipan, lo pierden. Esto de las subvenciones es un terreno pantanoso. Se quitan unas y se dan o se mantienen muchas otras.

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/clima/2012/01/27/el-fin-de-las-subvenciones-a-las.html


Antonio Ruiz de Elvira

El catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares vigila de cerca los síntomas del cambio climático que está poniendo en riesgo el futuro de la Humanidad.

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